17 diciembre 2005

las mujeres no somos irrompibles


Mujeres,… malditas rameras.
Mujeres,… jamás llegas a entenderlas
Mujeres,… son todas iguales.
Las mujeres, Mario, no somos irrompibles. De hecho, Mora nunca fue irrompible, aunque tu machismo no pudiera con eso.
Mora, 25 años, mi mejor amiga en todo el mundo, no es irrompible.
Su imagen es de acero,… su ética inviolable, pero no su espíritu.
La conocí, teníamos 14 años, y todo por delante. Si, parece un detestable imposible al principio, pero no lo es. Talvez no lo notaste, pero sus grandes ojos azules son totalmente penetrables, aunque nunca te hayas dedicado concienzudamente a probar la alternativa.
Cuando te conoció, ya tenía 21… ese maldito bar al que jamás debimos haber entrado. Ella estaba pasada de copas. Yo estaba borracha. Recoleta era un mar de lágrimas azules esa noche y ya nada importaba. No pudo evitar mirarte. Vos, con esos aires de todopoderoso. Vos, con ese porte de todo poderoso. Vos, con ese cerebro chato, maldito mal nacido, maldito todopoderoso.
Un trago mas, o dos. Un chiste idiota, otra cerveza…
Nunca voy a perdonarme haberme ido de copas y de manos con tu primo. Esa noche, me fui con el al departamento de Libertador, pero vos… vos te llevaste a Mora con alma y todo.
Pasaron 4 años, 5 meses, 7 días… El amor y la desesperación fueron moneda corriente. Ella estaba enamorada de vos, Mario. Lo sabias, lo calculaste todo milimétricamente. Los paseos por el Jardín Botánico, los ramos de azucenas, las canciones, los debates, las miradas,… sus primeras siestas de lujuria. Absolutamente todo.
No voy a olvidar esa mañana. Llegó a mi departamento devastada. La miré a los ojos. Me confesó todo. Estuve acurrucándola en el sillón de la sala por horas, como si fuera un pequeño bebé. Literalmente arrojaste a la niña que tenía dentro por el aire. La dejaste caer abruptamente en el suelo de tu cocina ensangrentada. Esa nena, Mario, tengo que decírtelo aunque no lo entiendas jamás,… esa nena, no era irrompible. Lo que pasó en tu casa, no existen palabras para describirlo. Bueno, en realidad si existen, es que hoy no quiero recordarlas y basta con mencionar la ocasión, porque te das por aludido. Yo con mis propias manos cortaría hoy mismo cada uno de tus dedos. Rasgaría tu lengua con las uñas. Si solo hubiera forma de que sintieras por un momento la humillación, el asco que pudo haber sentido ella.
Las mujeres no somos muñecas inflables de latex. No somos juguetes, no somos un maldito vibrador. Mora no venía con un embase descartable. Su espíritu es completamente renovable. Su cuerpo se habituó a tu desdén, a tus ganas, a tu falta de caballerosidad, a tu mucho macho urbano, a tu poca hombría.
Día tras día, noche tras noche, pensaba en ella. En ir a rescatarla. Pero ya era imposible de superar. Cada uno de sus movimientos dependían de tus intereses. Cada una de sus fobias eran inspiradas en tus malditas groserías. Todos sus temores eran a raíz de tu posible y siempre probable abandono.
Le dije que te dejara. Que viniera a vivir acá conmigo. Que yo la protegería.
Pero Mora no tenia mas apetito. Mora no podía ver mas allá de lo que le indicaras. Mora, mi Mora fuerte, independiente, conciente de su sensualidad, de su egoísmo, ya no existía. Todo fue inútil. Mi racionalismo, mi filosofía, mi compasión, mi comprensión, mis manos.
Mora bajó de peso este año. No adivinarias cuanto. Mas de lo que aparenta con esa ropa harapienta y esa mirada insulsa, ojerosa. La semana pasada le dijiste que había perdido sus encantos, que ya no era la mujer que conociste. Vos la convertiste en lo que es hoy.
La semana pasada, ese lunes eterno, imborrable, le dijiste adiós. Le dijiste que era igual a todas las demás mujeres con las que habías estado. La llamaste ramera. Lo sé. Me lo dijo todo.
No me mires así.
Solo vine a decirte
Que nosotras
Las mujeres
No somos irrompibles.
No somos descartables.
No somos todas iguales.
Mora no aguantó
Mora no se mató
Mora murió de amor
Y de desesperación.
Y vos también tenés que morir. No sos todopoderoso. No ibas a vivir por siempre. Ella murió de amor, pero yo la quise. La quise con mi corazón y con mis entrañas.
No me mires así
Tenés que morir
Porque las mujeres, Mario,
Las mujeres
No somos irrompibles.

2 comentarios:

Unknown dijo...

god, am i crazzy

Unknown dijo...

jua, ahora puedo leer de nuevo y exclamar: soy pendeja y bastante boba, pero... me la re banco! ja, muy dramatico, sobre actuado... la amenaza de muerte no es creible, sobre todo porque parece que la piba sostiene durante el discurso sus pelos enmarañados en una mano y un tenedor de plastico en la otra. Todo caotico, parece que alguien vino y le pateó su universo de cartón pintado.... es mas! parece algun berrinche mio, cuando el alcohol fue demasiado y empiezo a dar miedo a los que me rodean (miedo!!!)
nada, es un texto gracioso, gracias por dejarme decirlo a mi primero
besos