03 enero 2006

inadaptado

Y pienso que podría ser un desencadenamiento de varios factores... y lo dudo. No hay nada que me indique cuando llega la hora del incómodo sinsentido. Solo de repente comienzo a ver la realidad separada de mi cuerpo. O peor aun, a mi propia persona volando en el cieloraso del shopping, mientras mi cuerpo responde maquinalmente que, como es de suponer, me voy nuevamente de vacaciones a la playa.
La vida se pasa y yo no te tengo...
De otra,... serás de otra...
esta puta vida, este puto cuerpo que me arrancan las ganas, y pienso en las cosas estupidas, en las rapidas puertas de salidas, y en el romanticismo neurótico...
Y entonces, lo que en serio me impresiona es de cómo se termina el sinsentido.
Cuando tomo en mis manos, por ejemplo, un cuchillo grande, o unas tijeras, corta plumas, sacapuntas, destornillador, tenedor, revolver, afeitadora u otra pequeñez dulce y lo apunto directamente sobre el pecho o la panza... desaparece de forma automatica el sentimiento.
Mi desazón es como un duende cagón instalado mientras el ambiente se considere propicio.
Pero ante la amenaza del inminente exterminio... se corre, dejando caer a la panza o al pecho (depende el caso), un tumulto de razones para no defraudar la vida. Leasé el amor a mis pobres padres, o a los pobres que deberan arrastrar el cadaver. Leasé las ansias de seguir adelante para saber como termina el libro que comencé ayer y que gusto tiene la sopa paraguaya.
Los pasos posteriores: caminar enloquesida hacia la heladera, o la alacena, para comprobar que está vacio o contiene un queso rancio a medio masticar... o para verificar que él no está adentro...
Acto seguido prender un pucho, o dos, por el solo placer de vivir por la siguiente pitada...
Y entonces me pongo a pensar que no importa cómo, nada es peor que la nada, y me undo en la pelotudez, y calmo la realdad con dosis desorbitantes de sustancias dañinas...
Y le digo chau al espacio, una y mil veces, y me acuerdo que no me estas escuchando...
Ya la pared de la cocina está bailando... Hay viento con la ventana cerrada... Las valdosas simil marmol verde son un océano, y el duende se pasea... de la sala al comedor... no le tiren con cuchillo... tirenle con tenedor

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